martes, 11 de mayo de 2010

Ejemplo de cómo la Iglesia amparó a curas que cometieron abusos

Por MICHELLE FAUL y CARLEY PETESCH
MAKANKA, Sierra Leona (AP) _ Un accidentado camino de tierra roja lleva al ``bar'', que no es otra cosa que un par de banquillos rudimentarios, dispuestos a la sombra de un viejo árbol de mangos. Al alcance de los visitantes, hay un recipiente de plástico amarillo, lleno del vino de palma que solía comprar un sacerdote estadounidense.

Un profesor de 40 años cuenta ahora que aquel cura, James Tully, daba el vino a los adolescentes, para que no se resistieran a sus abusos sexuales.

Este rincón aislado en Africa Occidental, sin electricidad ni agua corriente, es el destino que la Iglesia católica eligió para Tully en dos ocasiones. El profesor dijo a The Associated Press que Tully abusó de él y de otros niños muchas veces durante su primera estadía en Sierra Leona, entre 1979 y 1985.

Después de ser hallado culpable en Estados Unidos por suministrar alcohol a menores y toquetearlos, la Iglesia volvió a enviar a Tully hacia Sierra Leona, de 1994 a 1998.

La historia de Tully constituye un ejemplo de la forma en que la Iglesia transfirió a sacerdotes abusivos de un país a otro, en un escándalo que crece ahora en todo el mundo. Pero muestra también la renuencia a denunciar a un cura católico en muchos lugares de África.

El arzobispo católico Buti Tlhagale, de Johannesburgo, advirtió este mes que los escándalos en la Iglesia no fueron privativos de Estados Unidos y Europa.

"Sólo ocurre que las conductas indebidas de los sacerdotes en África no han sido expuestas de la misma forma en la prensa, como ocurrió en otras partes del mundo", dijo Tlhagale.

La sombra y la brisa ocasional representan el único alivio ante el calor de 38 grados centígrados (100 Fahrenheit) que, aunado a la humedad de 100%, obliga a muchos hombres a levantarse la camisa para abanicarse el vientre. El único sonido es el canto de las aves, atraídas a un arrozal cercano.

Fue en estas aldeas que Tully le exigió sexo oral al hoy maestro, quien pidió permanecer anónimo porque trabaja en una escuela católica y teme que se le despida.
Cuando se le preguntó si además de eso, Tully lo había violado, los ojos se le llenaron de lágrimas.

"No quiero recordar eso", dijo. "Después de todos estos años no puedo todavía hablar de esto".

Tully no emitió comentarios sobre estas acusaciones cuando The Associated Press le solicitó una entrevista en Nueva Jersey, donde vive ahora. La Iglesia católica afirma que nunca ha recibido queja alguna sobre la conducta del cura en Sierra Leona.

"Ningún familiar, amigo o conocido de víctima alguna que haya sufrido abusos sexuales ha dado la cara para informarme que el padre Tully los haya cometido", dijo el obispo de Makeni, Sierra Leona, Giorgio Biguzzi.

Biguzzi fue purpurado durante todos los años que Tully pasó en esa diócesis del norte del país africano.

Pero esas respuestas no sorprenden al profesor de Sierra Leona.

"¿Quién le creería más a un niño aldeano que a un sacerdote blanco?'', preguntó.
Se quejó del abuso ante su tío, quien había ayudado a criarlo después de la muerte de su padre.

"Mi tío me preguntó si no podía yo tratar de 'soportar' esto, pues era la única manera de que yo tuviera educación'', relató.

Al menos un niño no estuvo dispuesto a "soportarlo", de acuerdo con un agente policial de Kamakwei, un poblado norteño, cerca de la frontera con Guinea.

El agente, quien solicitó no ser identificado porque es católico y teme represalias de la Iglesia, dijo que su primo y otros chicos vivieron en la casa parroquial del cura en Kamalo, donde Tully permaneció en la década de 1980.

Su primo vivió ahí durante dos años con otros chicos, quienes recibían becas de Tully. El complejo estaba siempre lleno de niños, quienes solían jugar futbol. No era raro que Tully los paseara en la caja de su furgoneta.

Esa era una imagen familiar en muchas aldeas, de acuerdo con decenas de personas entrevistadas por la AP. Tully se llevaba a los chicos con él en paseos de fin de semana a algunas aldeas donde construía escuelas e iglesias. Pernoctaba ahí, de modo que pudiera oficiar misa los domingos.

Tully había elegido al primo del agente, por ser el alumno más brillante en Kamakwie, cuando tenía 14 años. El párroco dijo a la familia que se haría cargo de la educación del chico si le permitían que se fuera con él a Kamalo.

Pero después de dos años, "mi primo huyó y vino a casa. Nos dijo que el cura siempre le pedía que se acostara en su cama y que lo acariciara".
La familia no hizo nada, según el policía.

"No estábamos seguros de creerle al chico, y además, él era un hombre poderoso", recordó.

Explicó que Tully era el clérigo de mayor rango en el área y que los directivos de las escuelas católicas eran sus subordinados.

Añadió que su primo completó su educación en la escuela católica de Kamakwie, pero fue muerto a manos de los rebeldes durante la guerra.

Tully regresó en 1985 a Estados Unidos, donde un seminarista de Milwaukee, William Nash, lo acusó de abusar de él entre 1986 y 1988. En el 2005, Nash recibió una compensación de 75 mil dólares de los Javerianos, según un acuerdo en el que Tully no admitía haber cometido delito alguno.

"Tuve mi propia experiencia y fue horrible. Me enfurece que la iglesia haya permitido a alguien seguir funcionando en la orden religiosa por 30 años. Es algo criminal", afirmó Nash en entrevista telefónica con la AP desde su casa en Massachusetts.

A comienzos de la década de 1990 Tully fue acusado de manosear a tres chicos a los que había llevado a un partido de beisbol en Franklin, Wisconsin, y les había hecho beber alcohol. Fue hallado culpable de alterar el orden y condenado a dos años de libertad bajo palabra. Además, se le prohibió mantener contacto con menores sin supervisión.

Se sometió entonces a un tratamiento psicológico en el que registró "muy buenos progresos", según una carta del Institute of the Living, de Hartford, Connecticut, a un juez de Wisconsin.

El pastor Carl Chudy, de la orden de los Misioneros Javerianos, declaró que el terapeuta de Tully dijo que podía regresar a África siempre y cuando estuviese supervisado y siguiese yendo a terapia.

La iglesia lo envió a Sierra Leona aparentemente sin investigar sus actividades allí, donde continuó trabajando con adolescentes.

Se fue definitivamente del país en 1998, en medio de una brutal guerra civil.
Los javerianos finalmente le quitaron los hábitos en el 2009, cuando Nash, el seminarista de Wisconsin, inició una campaña para que fuese expulsado de la iglesia. Chudy dijo que la decisión de dejar los hábitos fue de Tully y fue aprobada por el Papa.

Misioneros Javieranos en Sierra Leona:
http://www.xaviermissionaries.org/M_Life/WorldPlaces/Africa/SL_Main.htm

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