Los escándalos amenazan a los Legionarios de Cristo y a la beatificación de Juan Pablo II
Los escándalos sexuales acosan al Vaticano desde que estalló la ola de denuncias a principios de esta década en Estados Unidos. Miles de testimonios en una decena de países han salpicado desde entonces a la Iglesia católica y, muy especialmente, a su jerarquía, que calló, ocultó y protegió a los pederastas hasta que se ha visto obligada a rendirse a la evidencia. En este contexto, Benedicto XVI publicó el pasado 1 de mayo una dura nota contra el fundador de los Legionarios de Cristo y su ala laica, Regnum Christi, el sacerdote mexicano Marcial Maciel, fallecido hace dos años. En dicha nota, el Papa calificaba al pederasta y polígamo Maciel de delincuente, le achacaba "una vida carente de escrúpulos y de sentimiento religioso", anunciaba la degradación de la congregación y la determinación de tomar las riendas de la misma.
El Vaticano hizo oídos sordos durante muchos años al caso Maciel, cuya congregación está asentada en varios países, especialmente en México y España, con seminarios, colegios y universidades. Ahora, las sombras de Maciel son alargadas y tocan el corazón de Roma, que se dispuso a beatificar de urgencia a Juan Pablo II inmediatamente después de su muerte. A la luz de la dimensión de los escándalos y del sospechoso silencio del anterior papado, uno de los más estrechos colaboradores del Papa polaco, el cardenal Sodano, se ha preguntado públicamente la semana pasada si es pertinente mantener la vía de urgencia de ese proceso de beatificación.
Sea por convicción, sea por estrategia defensiva, lo cierto es que el papa Ratzinger parece decidido a extirpar el cáncer extendido durante décadas en las instituciones eclesiásticas. Pero también es cierto que lo hace con una lentitud que puede resultar exasperante; especialmente a las víctimas. Hace más de 10 años que la opinión pública y el Vaticano conocen los crímenes de Marcial Maciel. Los escándalos en sus centros siguen aflorando, como el de la congregación femenina mexicana en que 900 seglares vivían esclavizadas y sujetas al voto de silencio que Maciel imponía con el aval de Roma. A la vista de la gravedad de los hechos que se conocen y que descubren con mayor detalle los investigadores-visitadores del Papa desde hace 10 meses, resulta también difícil entender que el Vaticano no haya optado por disolver la congregación en vez de simplemente degradarla.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/sombras/Maciel/elpepiopi/20100510elpepiopi_2/Tes
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