Por Michel Viatteau
MONTRÉAL, Canadá, 9 Abr 2010 (AFP) - Canadá está sacudido por un nuevo escándalo de pedofilia: hace 20 años, varios sacerdotes y responsables del Vaticano se habrían mantenido silenciosos frente a acusaciones contra un sacerdote transferido a la Santa Sede para ocupar puestos de responsabilidad.
El caso referido a Bernard Prince, hoy secularizado y encarcelado, fue revelado por una carta de 1993 del obispo de Pembroke de entonces, Monseñor Joseph Windle, de la cual la AFP obtuvo el viernes una copia, y se suma al creciente escándalo por la inacción de la Iglesia Católica respecto de casos de abuso sexual protagonizados por sus sacerdotes.
El documento fue presentado ante un tribunal de Ontario, que debe estudiar varias demandas de víctimas del ex sacerdote, actualmente de 75 años y condenado en 2008 a cuatro años de prisión por abusar de 13 niños hace varias décadas.
Cuando la carta fue escrita, Prince acababa de ser designado en el Vaticano, donde tuvo responsabilidades relativamente importantes en el seno de la administración encargada de las misiones hasta su retiro en 2004.
"Cuando el padre Prince fue propuesto por primera vez para su actual cargo en Roma (...), expliqué en la misiva al arzobispo Jose Sanchez, secretario de la Congregación para la evangelización de los pueblos que, aunque la acusación contra el padre Prince era muy seria, no me opondría a que se le diera una segunda oportunidad, en la medida en que eso le obligara a abandonar la escena canadiense", escribió Windle.
No obstante, al enterarse luego de la amplitud del caso -en un principio había creído que se trataba de un "incidente aislado", cuando las víctimas serían más de 15- Windle se opuso firmemente a cualquier tipo de promoción, incluida a la dignidad de obispo, que el Vaticano podría analizar otorgar a Prince, en esta carta dirigida al representante del papa en Canadá, Monseñor Carlo Curis.
"Los obispos de Ontario que están al tanto de la situación (y son muchos) muy probablemente compartirían mi opinión en ese sentido", añade, antes de citar a seis altos prelados.
Una promoción de este tipo, argumenta, podría incitar a alguna de las víctimas a abandonar su silencio y las consecuencias serían "espantosas" para la Iglesia canadiense y para la Santa Sede.
En un principio, Bernard Prince habría escapado al escándalo y a las demandas ya que sus víctimas, de origen polaco y con un gran respeto por la Iglesia Católica, renunciaron a denunciarlo.
El propio Prince tiene raíces polacas, según el abogado que representa a la mayoría de sus víctimas, Robert Talach. El sacerdote cometió la mayor parte de sus delitos en la pequeña localidad de Wilno, en Ontario, donde nació y que se enorgullece de albergar a la primera comunidad polaca que emigró a Canadá.
Windle indica que "las víctimas son de origen polaco y su respeto por el sacerdocio y la Iglesia les ha llevado a renunciar a hacer públicas estas denuncias o a presentar una demanda contra un sacerdote".
"Si hubiera ocurrido en otra parte, es muy probable que se hubieran realizado acusaciones hace mucho tiempo, generando un escándalo", añadió.
Transferido al Vaticano, Prince tuvo responsabilidades relativamente importantes en el seno de la administración encargada de las misiones, donde se quedó hasta su retiro en 2004. Las agresiones sexuales que cometió entre los años 1960 y 1980 fueron conocidas recién en 2005.
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