12 Abril, 2010 - Para granjearse simpatías e impunidad entre las más altas esferas del Vaticano, durante años el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel , repartió sobres llenos de dinero, pagó por remodelaciones de edificios o caras ceremonias -por ejemplo una familia mexicana pagó US50,000 para asistir a una misa del Papa- y mantuvo un esquema financiero mediante el cual mantenía su influencia en el entorno de Juan Pablo II, revela un artículo publicado por el National Catholic Reporter.
El dinero de Maciel aseguraba el apoyo de tres figuras clave: los cardenales Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano de 1990 a 2006; Eduardo Martínez Somalo (español), prefecto de la Congregación para los institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, y Stanislaw Dziwisz, eterno secretario particular de Juan Pablo II, indica el periodista mexicano Salvador Camarena para el diario español El País.
El autor del documento, el periodista Jason Berry, califica el escándalo por el que atraviesa los Legionarios de Cristo como uno de los más complejos de la historia del catolicismo, pues Maciel llevaba una triple vida: pederasta que durante décadas abusó sexualmente de niños y jóvenes, padre de al menos tres hijos en dos relaciones diferentes y por supuesto, líder de una congregación que ha acumulado enorme poder e influencia en su corta vida, que inició en México en 1941 pero que hoy agrupa a 2.000 religiosos, diversos centros educativos y un patrimonio calculado en 25.000 millones de euros.
Berry es reconocido como el reportero decano en el tema de Maciel. Su artículo en el National Catholic Reporter es la primera parte de un trabajo que desvelará detalles sobre las finanzas de Maciel y los Legionarios.
Después de investigar en Europa y América durante seis meses, Berry revela en este reportaje que cuando Martínez Somalo se convirtió en "la cabeza de la congregación que supervisaba a los religiosos", Maciel envió a un joven sacerdote a llevar al cardenal un sobre lleno de dinero en efectivo. El reportero consiguió el testimonio anónimo: "Fui a su departamento, le di el sobre, me despedí... Era una manera de hacer amigos, asegurando ayuda en caso de ser necesaria".
Berry cuenta un detalle que resulta ilustrativo de la manera en que Maciel logró influencia entre los poderosos y en el Vaticano. En 1997, una familia mexicana pagó 50.000 dólares para asistir a una misa privada del Papa. El dinero, sostiene el artículo, fue entregado al polaco Dziwisz, el secretario particular de Juan Pablo II.
"Por años, Maciel y sacerdotes de la Legión repartieron sobres con dinero en efectivo y dieron regalos a oficiales de la Curia. En los días previos a Navidad, los seminaristas pasaban horas empacando canastas con caras botellas de vino y brandy, y jamones españoles que costaban cada uno mil dólares", detalla Berry.
"Usaba cualquier medio para alcanzar su objetivo, incluso si eso significaba mentir al Papa o a cualquier cardenal en Roma", declaró el ex legionario Stephen Fichter a Berry.
En el reportaje se establece que Joseph Ratzinger -el actual Papa- fue uno de los cardenales que no aceptaba regalos de Maciel. A su vez, se cuestiona si Juan Pablo II supo o no la manera en que Maciel engrasaba la maquinaria en el Vaticano, lo que a juicio de Berry abre una nueva faceta del escándalo que rodea al fundador de los Legionarios de Cristo: las cuestiones éticas acerca de cómo circula el dinero entre la Curia romana.
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