jueves, 8 de enero de 2009

El relato de los reporteros secuestrados en Somalia

El periódico El Mundo publica una reseña del primer relato escrito por el reportero británico Colin Freeman sobre su secuestro en Somalia. Resultó que los guaruras que contrataron para que los protegieran fueron los que operaron el secuestro.

Si quieren leerlo en inglés, aquí esta la liga.



Esta es la versión de El Mundo:

Para "The Telegraph"
El compañero de José Cendón narra el 'infierno' del secuestro en Somalia

MADRID.- Un buen periodista debe saber contar cualquier historia, incluso la suya propia. El compañero de penurias de José Cendón, Colin Freeman, ha escrito para el periódico en el que trabaja, 'The Telegraph', cómo se desarrolló el secuestro que ambos sufrieron en la región somalí de Puntlandia.

Freeman ha confirmado que fueron los guardaespaldas destinados a su protección los responsables del secuestro, en total "ocho hombres armados con Kalashnikov". Algunos gruñidos y gestos alertaron a Freeman cuando compartían vehículo en un viaje desde Boosaaso hasta el aeropuerto: "Por un segundo fugaz, pensé que estaban discutiendo sobre qué carretera tomar".

Sin embargo, enseguida los rodearon, tal y como relata en un texto titulado 'El momento en el que comenzó mi infierno de secuestro somalí'. "Obligando a abrir las puertas de nuestro cohe y apuntando con las armas en nuestras caras", ha añadido Freeman en su crónica.

Cuando Freeman se dispuso a hablar con Cendón sobre el paradero de su teléfono móvil, recibió un golpe con la culata de la metralleta en la cabeza. "Por un breve y alocado momento, pensé en inclinarme hacia delante y girar el volante", con la intención de que el vehículo volcara.

También ha confesado Freeman que llegó a pensar que los secuestradores eran fundamentalistas islámicos dispuestos a ejecutarlos. En los días posteriores, Freeman asegura que tuvieron una "buena comunicación" con los captores.

Lo más duro para Freeman resultó ser el hecho de no saber cuándo iban a quedar libres. "Estábamos bastante convencidos de que nos liberarían", ha explicado Freeman en el diario 'Telegraph'.

La ansiada liberación
El periodista británico relató el lunes en otro arículo, titulado 'El paseo del hombre del 'Telegraph' a la libertad en Somalia', que varias veces temieron por sus vidas en los "40 días y 40 noches" que permanecieron secuestrados en las montañas somalíes de la región de Puntlandia.

En el artículo Freeman afirma que después de comer "otra insípida cabra guisada", sobre las 13.30 horas del sábado -3 de enero-, se produjo una llamada telefónica. La habían esperado "desesperadamente", pero pensaban que "nunca llegaría".

Después de esa llamada, la cuadrilla de los secuestradores, relata Freeman, les obligó a andar por una "ladera escarpada" en las montañas somalíes hasta un punto "remoto". Allí pararon y ambos tuvieron miedo pensando que era otra "promesa falsa", ha reconocido. "No puedo afrontar otro mes en este lugar horrible", asegura Freeman que pensó.

El periodista británico cuenta que una semana antes habían vivido una "promesa idéntica" pero que al final los captores cancelaron su liberación. Además, confiesa que a veces los secuestradores amenazaron con dañarlos, y le llegaron a apuntar con un rifle Kalashnikov a su cabeza e hicieron una representación "convincente" de su "ejecución inminente".

Disparos confusos
Tras pasar esa noche y, cuando "las estrellas todavía brillaban sobre el ocre de la sierra coloreada" en la mañana del domingo [el 4 de enero] se pusieron de nuevo a caminar. En esta ocasión, relata que los secuestradores cargaron sus cinturones con municiones. Además, dice Freeman, uno de los jefes cogió "el bolso de ordenador portátil negro en el cual él siempre llevaba un Corán y dos granadas de mano".

En ese momento, Freeman reconoce nuevamente que "no por primera vez" tuvieron la sensación de que todo iba a acabar en "una carnicería" o que iba a ser secuestrado también aquel que fuera a liberarlos.

Sin embargo, de repente, el silencio que les había acompañado durante el camino fue "interrumpido" por varios disparos que, al final, significaban un "señal" para hombres que estaban al otro lado de la montaña, dice Freeman.

Después de ese intercambio de saludos, "fuimos transferidos a un grupo de mayores del clan, que debían ser los intermediarios para la cesión final". Tras este episodio, llegaron al aeropuerto de Bossaso.

En ese instante, confiesa, "encendí un cigarrillo -un hábito que, se suponía, había dejado hace 16 años- e inhalé profundamente, pensando felizmente en la casa, mi familia, mi novia y -más pretenciosamente- una jarra de cerveza".

Tres horas más tarde, concluye el periodista británico, "nosotros avanzábamos dando sacudidas por la pista de aterrizaje y despegamos en el aeropuerto Bossasso, y nuestras ruedas abandonaron la tierra somalí. Después de 40 días y 40 noches en las montañas somalíes, éramos finalmente libres".

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