miércoles, 8 de febrero de 2012
Crimen de obispos, ignorar la pederastia de sacerdotes
CIUDAD DEL VATICANO, 8 Feb 2012 (AFP) - Los obispos, acusados de haber mirado hacia otro lado en los abusos sexuales en la Iglesia católica, deben ser considerados responsables de la conducta de los curas bajo su autoridad, afirmó el miércoles el fiscal del Vaticano encargado del expediente de la pederastia.
"Una vez que se imponen unas reglas, se deben respetar", afirmó monseñor Charles Scicluna, dirigiéndose a los cerca de 5 mil obispos de todo el mundo reunidos en un simposio. Reconoció asimismo que la "cultura del silencio", "enemigo de la verdad y de la justicia", sigue vigente en partes de la Iglesia.
La grave "negligencia" o la "maligna intención" de un obispo frente a un caso de pederastia es "un crimen" en términos de derecho canónico, insistió.
No pueden escudarse "en complejidades técnicas de la ley", subrayó Scicluna.
Al responder a las recurrentes preguntas sobre la ausencia de sanciones automáticas contra los obispos que cubren a los sacerdotes pedófilos, el prelado maltés respondió que sólo el Papa, quien los ha nombrado, podía castigarlos.
Recordó el rigor de Benedicto XVI, con el que colaboró en el pasado en la Congregación para la Doctrina de la Fe. También insistió en la importancia de una juiciosa selección de los nuevos obispos.
Por lo menos 4 mil casos de abusos sexuales perpetrados en las últimas décadas por obispos y por laicos que trabajaban en instituciones de la Iglesia han sido comunicados a sus servicios a lo largo de los diez últimos años.
Mil casos, la mayoría antiguos, han sido transmitidos en 2010 y 2011, procedentes principalmente de Europa, donde la revelación del escándalo es más reciente que en Estados Unidos.
Tan sólo "un mínimo porcentaje" de casos señalados resultaron carecer de fundamento, reconoció.
En un discurso muy esperado ante representantes de 110 conferencias episcopales y de 33 órdenes religiosas, reunidos en la Universidad gregoriana, el prelado preconizó el respeto de las reglas, dictadas por Juan Pablo II, y luego por Benedicto XVI.
Citó a "tres enemigos de la verdad": la cultura de "la ley del silencio", "el hecho de negar deliberadamente les hechos conocidos" y "la preocupación desplazada que la reputación de la institución deben gozar de prioridad absoluta".
"Es necesario también que los fieles puedan mantener la certeza de que la sociedad eclesiástica desarrolla su vida bajo el régimen de la ley. Que la ley (de la Iglesia) sea clara no basta para que la paz y el orden reinen en la comunidad", reconoció.
En mayo se concedió un año de plazo a todos los episcopados para poner sus dispositivos de lucha contra la pederastia en conformidad con las exigencias de Roma y colaborar con la justicia civil.
Pero la toma de conciencia de lo que conviene hacer, ahora fuerte entre el clero de Occidente, sobre todo en términos de formación y de prevención, es mucho menos evidente en otras comunidades católicas.
En Brasil, donde la pedofilia es "más tolerada culturalmente" que en los países occidentales, según el padre Edenio Valle, un sicólogo que asesora a la Conferencia Nacional de los Obispos Brasileños (CNBB), las autoridades católicas "no tienen ni idea" de lo que deben hacer ante los abusos sexuales de
sacerdotes contra niños.
Uno de los problemas -en general- es la obligación del obispo de denunciar los casos de pederastia a la policía y a la fiscalía.
Ante la prensa, monseñor Scicluna respondió a la delicada cuestión de los daños y perjuicios, que han supuesto enormes sumas para algunos episcopados, en particular en Estados Unidos. "La indemnización" debe ser asumida por "el autor del delito", "el sacerdote no está nombrado para hacer el mal, no lo hace en nombre de la Iglesia", argumentó.
Cuando el culpable no tiene dinero, se puede recurrir sin embargo al principio de "solidaridad de la Iglesia local", admitió.
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